martes, 18 de diciembre de 2012

Confirman que YPF aportó vehículos y choferes a la represión


Un ex empleado de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) aseguró ayer que en 1976 esta empresa prestó vehículos y choferes al Regimiento de Monte 28, con asiento en Tartagal, para que colaboraran en los operativos de represión que se realizaban en todo el norte provincial. El otorgamiento de vehículos por parte de la petrolera al Ejército ha sido reconocido por quien era jefe del Regimiento, Héctor Ríos Ereñú, uno de los acusados por actos de terrorismo de Estado que está siendo juzgado ahora.
“En el año 76 el Regimiento, que estaba a cargo de Ríos Ereñú, pidió vehículos a YPF”, recordó Jesús Domínguez en el megajuicio que ayer debió cambiar de sede y terminó realizándose en la sala del Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta, por problemas de conectividad, necesaria porque algunos imputados siguen el debate por videoconferencia.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Más testimonios sobre el circuito represivo en Salta: testigos acusaron a Alzugaray, Guil y a Lona


Elena Corvalan 
La cooperación entre las fuerzas de seguridad para la represión ilegal; la intervención del Ejército en el penal de Villa Las Rosas desde enero de 1976; el conocimiento del ex gobernador de facto y gobernador institucional Roberto Augusto Ulloa, y de su ministro de Gobierno de facto y legislador constitucional Oscar Folloni, de la detención irregular de un ex policía que desapareció de la Central de Policía; la complicidad de miembros de la Iglesia Católica con la dictadura. Estas fueron algunas de las cuestiones que ratificaron ayer los testigos que pasaron por la sala de grandes juicios Gobernador Miguel Ragone de la Ciudad Judicial, en la penúltima audiencia de 2013 del megajuicio por crímenes de lesa humanidad que se realiza en esta ciudad y en el que se juzga a 17 hombres.
Ocho testigos declararon ayer, tres por videoconferencia. El testimonio más emocionante fue el de la ex presa política Graciela López, desde México, que narró las detenciones ilegales y torturas que padeció y las que presenció, y acusó al ex comisario Joaquín Guil y al ex federal Juan Carlos Alzugaray, que están siendo juzgados en este proceso, y al fallecido Federico Livy, jefe de la Delegación Salta de la Federal. En el mismo sentido declaró el periodista Eduardo Tagliaferro, quien también acusó a Alzugaray y a Livy. Los hablaron de las tareas conjuntas de las fuerzas represivas.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Confirman que no hay restos humanos debajo de Manchalá


“Ya no hay excusas para no remover el monumento a Manchalá”. La afirmación del concejal Martín Ávila puede considerarse la síntesis de la información que se conoció ayer. Los peritos de Gendarmería Nacional confirmaron que no hay restos humanos enterrados debajo de la estructura del monumento ubicado sobre la avenida Arenales en la Guarnición Ejército Salta.

martes, 11 de diciembre de 2012

Testigos hablaron de la participación de la policía en la represión


 Los querellantes se retiraron satisfechos de la audiencia de la víspera. Terminaba la que evaluaron como una buena jornada. La audiencia recorrió distintos aspectos que se investigan en el megajuicio por delitos de lesa humanidad que se lleva a cabo en Salta. Dos testigos, Ana Laura Cruz y María Martínez, ratificaron la participación de la Policía provincial en el terrorismo de Estado. Otros dos testigos, Raúl Enrique Gareca y Juan Alba, propuestos por la defensa del militar Marcelo Diego Gatto, demostraron que los acusados excarcelados se encargan de hablar con los testigos. Y uno de estos testigos confirmó que el cabo Mazza no es invento de Cristina Cobos, la esposa del joven Víctor Brizzi, desaparecido del Ejército cuando estaba haciendo el servicio militar.
Cruz sostuvo ayer el testimonio más emocionante. Recordó que tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 el Instituto Provincial del Seguro, donde trabajaba y trabajaba también el joven Enrique Mosca Alsina, desparecido en agosto de 1976, “teníamos vigilancia policial y del Ejército. (…) Vigilaban a todos los empleados. Se comentaba que hacían informes de cada uno”. Estos vigilantes estaban uniformados y armados y también de civil, confundiéndose con los empleados, sin identificarse y sin siquiera saber de qué fuerza eran, narró la testigo.
Dijo que en este marco sufrió incidentes que la llevaron a convencerse de que tenía que exiliarse, dado que era militante peronista y del Sindicato del Seguro: la misma madrugada del golpe refugió en su departamento al secretario general, el “Flaco” Sily. Días después uno de los policías que vigilaban en su trabajo, “haciéndose el galán patotero”, le preguntó su dirección y como se negó a dársela, la amenazó: “O me la da o la saco de su legajo”. Temerosa, Cruz le dio la dirección pero, dado que vivía sola con su hijo, le pidió a su hermano que la acompañara. Esa misma noche recibió la “visita” del policía, de civil, que se sorprendió al ver a un hombre, anunció que iba a hacer un allanamiento, entró y revisó sus libros y terminó por irse. “Yo calculo que su interés no era hacer un allanamiento, sino abusar de mi persona, por la actitud que había tenido antes”, sostuvo Cruz.
Otro día tres policías allanaron la librería Rayuela, de la que era propietaria entonces junto con Mario Benedetti y otro socio. Dijeron que tenían libros subversivos y llevaron detenido a Benedetti en averiguación de antecedentes. Otro día, en julio quizá, alrededor de las 5 de la mañana, en su departamento del barrio Casino, fue testigo del secuestro del vecino de al lado, luego supo que era Tufiño (dos hermanos Tufiño están desparecidos). Cruz relató este momento con voz quebrada, dijo que era tanto su temor que no podía siquiera moverse, porque había pensado que iban por ella. “No era capaz de reaccionar en el momento que vi la escena que vi”.
La testigo fue mezclando el relato de su propia experiencia con la desaparición de Mosca Alsina, al que recordó como “muy joven”, “tranquilo, vivaz”, y el recuerdo del padre del joven, que le “impresionaba”, porque “iba muy compungido. Yo lo recuerdo así, de ir con la cara muy dolorida, o acongojado, a preguntar si sabíamos algo” de Enrique.
Martínez, que el 25 de septiembre de 1976 tenía 20 años y vivía en la casa en cuyo pasillo fue asesinado de unos 30 balazos Martín Miguel Cobos (hermano de Cristina) cuando intentaba escapar de un grupo de tareas que había irrumpido su casa en busca de su hermano mayor, Enrique Cobos, contó que en el lugar del hecho quedaron huellas dactilares y otros rastros de los atacantes, pero la Policía no fue a tomar muestras, a pesar de que llamaron a la Comisaría V. “Todavía estamos esperando”, dijo.
 
Testigos de la defensa  
Raúl Gareca fue soldado en 1976, el mismo año en que Víctor Brizzi fue llamado a cumplir con el servicio militar obligatorio. El testigo dijo que no lo conoció ni supo nada de él. Dijo que el trato que recibían de sus superiores era “bien” y que tuvo como instructor al entonces subteniente Marcelo Gatto. Contó que luego de la instrucción fue enviado a Tucumán, donde también vio a Gatto y a Fernando Chaín, que también está siendo juzgado en relación a la desaparición de Brizzi.
Ante preguntas del fiscal Ricardo Toranzos, Gareca dijo que fue policía entre 1978 y 2004 o 2006, y que fue contactado para declarar por el propio Gatto, a quien volvió a ver “una vez” en la finca en la que trabaja, en Embarcación, donde también trabaja el acusado.
Juan Alba, que hizo el servicio militar un año antes, también contó que fue contactado por Gatto. Dijo que lo llamó hace unos tres años, pidiéndole que declarara en la causa, y que hace dos meses lo volvió a llamar, ya desde Rosario de Lerma, donde reside el testigo, y lo invitó a encontrarse. “Decí nada más que la verdad”, contó que le dijo. En ese tren, Alba recordó con claridad al cabo Mazza, cuya existencia venía siendo negada hasta ahora por el propio Ejército. “Sí, me acuerdo del cabo Mazza. Era un cabo de mucha antigüedad que no sé por qué motivo no podía ascender” y que “por supuesto” cumplía funciones con los soldados nuevos porque estaba en la instrucción, recordó. Mazza fue mencionado por la esposa de Brizzi, Cristina Cobos, quien asegura que este suboficial le confirmó que su marido había quedado incorporado al Ejército, en febrero de 1976. Brizzi despareció en marzo de 1976.
 

 Ciego y sordo 

La jornada se inició con el testimonio de Carlos Ernesto Escobar Saravia, que fue capellán del Ejército. Se lo había convocado para que informara si el Ejército tenía una propiedad en El Gallinato, el paraje que era usado por los represores para someter a explosiones a sus víctimas. El sacerdote confirmó que él tenía “una finquita” en ese lugar pero dijo no saber nada acerca del Ejército.
El segundo testigo, vía videoconferencia, el filósofo Mario Carlos Casalla, impacientó al presidente del Tribunal, Carlos Jiménez Montilla: “Responda por sí o por no, absténgase de hacer comentarios”, le recriminó sobre el final del testimonio en un intento por frenar la locuacidad del testigo, que se cruzó con el fiscal Ricardo Toranzos y con el querellante David Leiva, en este último caso porque le dijo que notaba “cierto tufillo” en sus preguntas.
Casalla fue convocado porque como secretario académico de la intervención civil que tuvo la Universidad Nacional de Salta entre diciembre de 1974 y el golpe de Estado de 1976 (cuando fue intervenida por militares), el 15 de marzo de 1976 firmó junto al interventor civil Francisco Villada la resolución por la cual se le otorga una licencia a Víctor Brizzi (que era auxiliar docente) para que cumpliera el servicio militar. La licencia comprendía entre el 9 de febrero y el 31 de julio, pero para cuando fue firmada, Brizzi ya había sido incorporado al Ejército y había sido desaparecido, esa es la “peculiaridad” que tiene la resolución, como lo hizo notar el fiscal.
 

 Centros clandestinos de detención 

El Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta hizo lugar un pedido del querellante David Leiva y requerirá al Ejército que envíe planos de terrenos y de construcciones que tenía en 1975 y 1976 en esta ciudad.
El requerimiento se hace en procura de determinar la existencia de centros clandestinos de detención dentro del Regimiento, como lo indican los testimonios de ex presos políticos, como Enrique Cobos, Gabriela López y Néstor Finetti, que aseguran haber estado alojados en dependencias del Ejército donde, en algunos casos, fueron sometidos a torturas.
 
 

domingo, 9 de diciembre de 2012

Día de los Derechos Humanos: Acto en El Huaico: las calles llevarán nombres de detenidos desaparecidos


Hoy, a partir de las 10, se realizará el acto de imposición de nombres de detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico militar a avenidas, calles, pasajes y plazas del barrio El Huaico, en el norte de la ciudad de Salta. También se impondrán nombres de sustantivos que tienen que ver con la recuperación de la democracia y la investigación de las violaciones a los derechos humanos perpetradas por los golpistas.
La imposición de estos nombres fue aprobada por el Concejo Deliberante en agosto pasado, a instancias del edil Martín Ávila.
Las avenidas, calles, pasajes y espacios verdes llevarán nombres de detenidos asesinados en la conocida como Masacre de Palomitas, cometida el 6 de julio de 1976, y de trabajadores y estudiantes de la Universidad Nacional de Salta que fueron también víctimas del terrorismo de Estado.
A partir de ahora la avenida que corre de oeste a este se llamará “Memoria, verdad y justicia”. La avenida que corre de Norte a Sur se llamará “Lucrecia Eugenia Barquet”.
Las calles llevarán los nombres de otros caídos en Palomitas: Celia Raquel Leonard de Ávila, Evangelina Botta de Nicolay, María Amaru Luque de Usinger, Roberto Oglietti, Pablo E. Outes Saravia, José Póvolo, Alberto Savransky, Rodolfo Usinger, Benjamín Leonardo Ávila.
También habrá calles con nombres de docentes de la UNSa: Miguel Angel Arra, Víctor Mario Brizzi, Luis Alberto Calou, Ana María Caballero, Alberto Colqui, Francisco Esteban Corvalán.
En tanto que Georgina Droz y María del Carmen Alonso, caídas en Palomitas, serán recordadas en sendos pasajes de El Huaico, igual que Jorge Ernesto Turk Llapur (que estaba preso en Jujuy y aún no se sabe con certeza si fue asesinado en Palomitas). Otros pasajes recordarán a otros docentes y estudiantes de la Universidad pública salteña desaparecidos: Gabriela Muscariello, Carlos Estanislao Figueroa, Pedro José Tufiño, Néstor Alberto Oliva, Raúl Humberto Machaca, Carlos Guillermo Urrutia, Carlos García, Nils Luis Alfredo Cazón Soria y a Gregorio TufiñoOtro pasaje llevará el nombre de Raúl Humberto Machaca.
Y los espacios verdes del barrio pasarán a llamarse “Plaza Gemma Fernández Arcieri de Gamboa”, “Plaza Nora Saravia de García”, “Plaza Hilda Yolanda Cardozo”, “Plaza Silvia Benjamina Aramayo” y “Plaza Silvia Ruth Sáez de Vuistas”. 

martes, 4 de diciembre de 2012

Señalizaron Villa Las Rosas y la delegación de la Policía Federal

El penal de Villa Las Rosas y la Delegación Salta de la Policía Federal fueron señalizados ayer por haber funcionado como centros clandestinos de detención y tortura. por la lluvia se realizo dentro de la penitenciaria el acto y luego con la presencia de Ministra de Derechos Humanos y las autoridades de la penitenciaria se procedió a inaugurar la placa.
En el acto central, frente a la Federal, los organismos de derechos humanos leyeron un documento en el que recordaron el compromiso de los desaparecidos y exigieron respeto por los derechos humanos. Señalaron como casos paradigmáticos de violaciones a los derechos humanos en la provincia la no entrega de sus tierras a los pueblos originarios, los conflictos con el campesinado, el incendio en la Comisaría de Orán en 2008 y los apremios ilegales y vejámenes que se cometen en la provincia.

Megajuicio: otra jornada sin avances por falta de testigos


El megajuicio por crímenes de lesa humanidad que se lleva a cabo en esta ciudad tuvo una nueva demora ayer, esta vez debido a que ninguno de los testigos citados compareció ante el Tribunal Oral en lo Federal Criminal.
En realidad fue uno, José Carrasco, pero no era el testigo requerido, resultó ser un homónimo del que se buscaba: un fotógrafo de la Policía de Salta que en febrero de 1975 tomó las fotografías del hallazgo de los restos explosionados del periodista Luciano Jaime, en el paraje El Encón Chico.
Otros testigos eran del norte provincial, y ayer no pudieron pasar porque había un corte de ruta en Embarcación. Y en el caso del testimonio del periodista Eduardo Tagliaferro había sido reprogramado para el 17 de este mes.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Testigo dijo que los mensajes de Perón entraban al país por Tartagal


 “Todos los casetes y comunicaciones que recibíamos de España del general Perón entraban por esa vía, por Tartagal y toda esa zona”, aseguró ayer la testigo Emma Renée Ahualli en la continuidad del megajuicio por crímenes de lesa humanidad que se lleva a cabo en Salta.
La testigo dijo que por esto ya desde los comienzos de la década del 70 la frontera norte de esta provincia era vigilada con especial ahínco por las fuerzas represivas. “(Los mensajes) entraban por el norte, porque había una facilidad por la frontera, por esta zona de Salta, y eso lo sabían muy bien los medios de información del Ejército y de la Policía, por eso fue tan terrible (la represión en el norte argentino)”, amplió ya fuera de la audiencia.
Otros testigos, como Francisco Osores, han contado de la existencia de ex integrantes de la resistencia peronista, como Juan Zoilo Melina y “El Loco” Peralta, que estaban en el área de Comunicaciones de Montoneros y se encargaban de ingresar desde Bolivia los mensajes de Perón y otros elementos que eran llevados a través de la selva hasta los combatientes que estaban en Tucumán.
Ahualli fue convocada por los querellantes para que hablara sobre Héctor Domingo Gamboa, comerciante salteño secuestrado, junto a su esposa Gemma Fernández Arcieri de Gamboa, la madrugada del 25 de septiembre de 1976 de su casa en el barrio Santa Lucía de esta ciudad.
La testigo recordó que conoció a Gamboa en 1959 o 1960, cuando ambos estudiaban Abogacía en la Universidad Nacional de Tucumán. “Éramos muy amigos, le decíamos Guilo, iba a mi casa y era como mi hermano mayor”, contó. Ahualli dejó la carrera en el 62 o 63, igual que Gamboa, pero siguieron frecuentándose y supo que integraba un grupo denominado Alfa, una organización que realizaba trabajo social y que trataba de alfabetizar con el método de Pablo Freire, “que decía que no se podía enseñar la lectoescritura si no conocían la palabra que las personas usaban”, por eso los miembros de este grupo hacían campamentos en los cerros y valles tucumanos, y en los ingenios. Ahualli recordó que muchos de los que integraban este grupo fueron desaparecidos.
Gamboa y Ahualli dejaron de verse por entonces. Se reencontraron en 1972: se llevaron una sorpresa en Santiago del Estero, cuando se descubrieron militantes de las FAR (Fuerzas Armadas Revolucionarias) que luego se fusionó con Montoneros. Por entonces Gamboa vivía en Santiago, pero estaba encargado de la organización en Salta: “En el 72 y antes quizás, hacía sus pasadas por Tucumán hacia Salta. (…) Me acuerdo que viajaba en una camioneta Peugeot blanca”, recordó Ahualli.
Los amigos iban a verse recién en 1976, en una reunión nacional de cuadros de Montoneros. “Guilo vivía en Santiago pero ya estaba marcado y se tenía que ir”, recordó Ahualli. Para entonces Gamboa ya estaba asentado en Salta, donde tenía una zapatería donde también trabajaba Daniel Loto Zurita, secuestrado el mismo 25 de septiembre de 1976.
Ahualli, que estuvo fue responsable de una célula en San Rafael, Mendoza, y tuvo como jefe al escritor y periodista Paco Urondo, dijo no tener dudas acerca de que la desaparición de Gamboa y de Fernández Arcieri estuvo vinculada a su militancia.
Ayer declararon otros tres testigos. El cirujano José Nallar, que atendió al estudiante secundario Martín Miguel Cobos luego de que fuera baleado por un grupo de tareas que ingresó a su casa la madrugada del 26 de septiembre de 1976, no pudo recordar nada de interés. Igual que Clotilde  García, que en 1976 era empleada de la Universidad Nacional de Salta pero ni siquiera recordó que fue intervenida.
En cambio, Margarita Condorí, que era empleada doméstica de la familia Cobos cuando fue asesinado Martín, recordó que los hombres entraron a la casa por los fondos y por adelante, que estaban con pelucas y medias en la cara, que portaban armas largas y tenían uniformes camuflados azules, “como los que usan la Policía y el Ejército”.
El juicio seguirá hoy.
 
 
 
Por la fuerza
 
El Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta dispuso que el coronel retirado Alejandro José Rubio será traído por la fuerza pública para que preste declaración testimonial en este proceso.
La decisión se tomó luego de que se informara que fue citado hace dos semanas y aún no se presentó a declarar. Rubio es un testigo ofrecido por la querella de la esposa del soldado Víctor Brizzi, desaparecido cuando cumplía el servicio militar. Por eso hecho está acusado el militar Joaquín Cornejo Alemán.