jueves, 11 de febrero de 2016

Martes 10 de febrero: Juicio Acumulado Oran y Causa La Veloz

Por Elena Corvalan

" Lo único que pido es  justicia para mi hijo”
 
“Lo único que pido es que se haga justicia”. “Pido justicia por mi hijo”. Así empezó y terminó su testimonio Ruperta Rodríguez, madre del joven Santos Abraham Garnica, secuestrado y desaparecido la madrugada del 3 de septiembre de 1976, a la edad de 20 años.
La anciana dio una declaración breve, que le salió casi a borbotones, entre el llanto y los nervios, después de esperar por tres horas hasta que pudo constituirse el tribunal que juzga a seis hombres por delitos contra la humanidad cometidos, la mayoría de ellos, en la jurisdicción de Orán.
Ahí vivía Santos, en una piecita en el mismo terreno de la casa de su padre, Policarpo Garnica, que había constituido una nueva familia después de separarse de su madre.
Poco se sabe de Santos: trabajaba en un aserradero junto a su padre, estudiaba en una escuela técnica y “tenía una chica”, Amanda.  Sus familiares casi no tenían contacto con él y no sabían que tuviera militancia alguna que lo prefigurara como un objetivo del terrorismo estatal. Sin embargo, el hilo conductor parece estar en la escuela técnica, ahí había conocido a Mario Bernardino Luna, un joven de 23 años que militaba en la Federación Juvenil Comunista y que fue secuestrado la misma madrugada de septiembre del 76, y por un grupo de tareas integrado por unos diez hombres que tenía ropas militares, igual que el grupo que secuestró a Santos. Los dos fueron intensamente buscados por sus familiares, los dos están desaparecidos.
Ayer Rodríguez aportó poco. Solo sabía del secuestro por el relato de su ex marido: “Lo único que me contó fue que él estaba afuera mirando como lo sacaron de los cabellos”. Una vecina, Blanca Lobos, le dijo que los secuestradores “estaban vestidos con ropa de militar”.
De su vivencia recordó que le había escrito a su hijo diciéndole que tenía trabajo en Salta capital, pero él no le contestaba. Y que después del secuestro supo que estaba amenazado, “por eso no me podía contestar a mí. Pobrecito”. “No puedo soportar esto de mi hijo. Todas las noches lo sueño. Es doloroso perder a un hijo. (…) Porque con 2, 3 pesos que me van a dar no me van a devolver a mi hijo”, reiteró.
Su hija, Gladys Ester Garnica, también fue conmovedora: recordó que su hermano fue secuestrado el mismo día en que ella cumplía 15 años. “Mi papá me dijo que vinieron en una camioneta muchos hombres, que lo sacaron encapuchado. Y le pregunté por qué él no salió a ayudarlo. Me dijo que tenía miedo porque eran muchos. Que vio cómo lo sacaron…”, intentó seguir contando pero se quebró al memorar el dolor por el secuestro y la falta de reacción de su padre.
Cuando pudo recomponerse recordó que este año Santos cumpliría 60 años y sintetizó el drama de las desapariciones: “Es el dolor que llevamos nosotros, sin saber dónde está, sin tener dónde prenderle una vela”. “Lo único que pido es justicia por mi hermano. Lo único que nos queda es pedir justicia. Pasaron ya 40 años de todo esto”. Por este hecho está acusado Héctor Ríos Ereñú.
Gladys contó que por su madrastra, Elena Guzmán, supo que uno de los vehículos que participó del secuestro fue visto desde temprano rondando. Y recordó que la Policía le informó a su madre del secuestro y le dijo que debía viajar urgente a Orán.
 
“No recuerdo”
¿Adivinaron? El testigo al que hace referencia el título era un policía, el comisario principal retirado Abel López, que en 1976 cumplía funciones en la Comisaría de Embarcación, donde en septiembre de 1976 se realizaron actuaciones por la desaparición de Ruth Sáez de Vuistaz.
López entonces era un oficial y estaba bajo las órdenes del inspector mayor retirado Arturo Madrigal, quien está siendo juzgado por este hecho. Por eso fue convocado como testigo, y se lució repitiendo la consabida frase de los policías en estos procesos: “No recuerdo”. Ni siquiera pudo recordar cuándo fue el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. Mucho menos pudo recordar nada en relación al secuestro de Sáez de Vuistaz, solo que se había producido este hecho, el único de esta envergadura (eso sí recordó) que le tocó en toda su actuación en la fuerza.
 
 

La Veloz, clara responsabilidad empresarial  en delitos de lesa
Horacio Verbisky

 
El periodista Horacio Verbistky sostuvo ayer que de los 20 patrones comunes encontrados en las prácticas represivas de la década del 70, en relación a la responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad, en el caso de La Veloz del Norte hay por lo menos 14, por lo que consideró a este uno de los casos más claros.
El presidente del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) declaró por videoconferencia desde Buenos Aires en el juicio que se sigue al empresario Marcos Jacobo Levín y se refirió al informe “Responsabilidad empresarial en delitos de lesa humanidad: represión a los trabajadores durante el terrorismo de Estado”, publicado el año pasado.
Marcos Levin -Imputado
Levín, y tres policías retirados que en los 70 prestaban servicios en la Seccional 4° de esta ciudad, están acusados por la detención ilegal y las torturas a Víctor Manuel Cobos, en enero de 1977. Esa misma suerte corrieron al menos otros 15 trabajadores de la empresa La Veloz del Norte, que por entonces le pertenecía a Levín, pero esos casos no llegaron a juicio todavía. Se estima que 22 trabajadores fueron denunciados por Levín.
Verbistky sostuvo que este hecho es parte del plan represivo ideado con el objetivo de disciplinar a los trabajadores para aplicar un plan que beneficiara a los grandes grupos empresariales. Interrogado por una hora, el periodista repasó conceptos del informe y propios (dado que ha sido un militante del campo de organizaciones de izquierda y ha publicado investigaciones sobre esa época).
En el informe, en cuyo Tomo se toman 22 empresas que participaron en la represión, se detallan algunos patrones que se cumplen en el caso de La Veloz: la entrega de listas de empleados acusados de subversivos, el señalamiento de blancos o delegados, el facilitamiento de direcciones, fotos, legajos personales, el apoyo de logísticas.
En La Veloz la denuncia por defraudaciones que realizó Levín el 21 de enero de 1977 “brindó las herramientas formales necesarias para efectuar las detenciones a los trabajadores supuestamente involucrados en la estafa”.  El primer detenido fue el guarda Ciriaco Nolberto Justiniano, quien habría señalado al resto de los acusados.
Para llevar a cabo estas acciones la empresa proveyó la logística: vehículos personales y micros de media y larga distancia y galpones para la ejecución de los secuestros; organizó los turnos para facilitar las detenciones y entregó listados. Además, abonaba un salario al subcomisario Víctor Hugo Bocos (que ahora está siendo juzgado) y los mismos ejecutivos de la empresa (Levín y su jefe de Personal, Grueso, concurrieron al lugar de detención y torturas).
Como contrapartida, Levín exigía a las fuerzas de seguridad que “actuaran protegiendo sus intereses”. El informe reseña en apoyo a esta afirmación la nota publicada en el diario El Intransigente el 20 de marzo de 1976, que da cuenta de que los empresarios del transporte enviaron una carta al Jefe de Policía, Miguel Raúl Gentil, solicitando que se aplicara la Ley de Seguridad del Estado a los miembros de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), cuya directiva integraba Cobos. Los empresarios también mandaron notas a la Guarnición Militar de Salta y al delegado de la Policía Federal.
Asímismo, Verbistky recordó además que durante la dictadura la empresa de Levín empresa habría sacado provecho de este vínculo con las fuerzas represivas ganando nuevas rutas de circulación. Y el terror le permitió reorganizar el trabajo y limitar la participación gremial.
 

Sentencia el 14 de marzo

Este fue el último testimonio en este proceso. El debate se retomará el próximo 16 de este mes, a partir de las 16, con la lectura de prueba documental. Los alegatos comenzarán el 22, por las querellas, y concluirán el 7 de marzo.  Si los plazos previstos se mantienen, la sentencia se conocerá el 14 de marzo.

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