Por Laura Urbano.
Fuente Nuevo Diario de Salta
Una muerte y un exilio. Esas
fueron las situaciones que vivieron los miembros de la familia Cobos desde la
madrugada del 25 de septiembre de 1976 cuando hombres vestidos de civil, con
medias en la cabeza y calzados con borceguís irrumpieron en su domicilio a las
2 de ese día buscando a Enrique Cobos, quien militaba en la Juventud Peronista
(JP), y era de las filas montoneras. Terminaron fusilando en la entrada de una
casa de vecinos de la zona al más chico de los Cobos, Martín, quien en ese
momento tenía 18 años.
“Ayudalo a Enrique que lo van a matar”, fueron
las últimas palabras de Martín, tras haber sufrido el acribillamiento que
dejó 30 balas en su cuerpo. Falleció ese
mismo día tras ser llevado al Instituto Médico, la entidad que más cercana
quedaba del lugar donde ocurrió su matanza.
Los recuerdos de aquella
madrugada fueron revividos por los testigos en la inspección ocular que se hizo
ayer en la calle General Güemes 1979, en el marco del mega juicio que se lleva
adelante por delitos de lesa humanidad en perjuicio de 24 víctimas durante la
última época de la represión en Argentina. Donde se hizo la inspección es la
vivienda que habitaban en el momento de los hechos los padres de los Cobos, los
tres hermanos (Cristina, Amparo y Martín), y la empleada doméstica con su
pequeño hijo. Enrique se había casado en abril de ese año, por lo que se había
mudado al barrio Santa Lucía. Ya el 24 de marzo de 1976, había sido detenido
por el Ejército en la casa paterna, recuperando luego su libertad. Cristina,
quien también busca Justicia por su compañero desaparecido, el soldado Víctor
Brizzi, recordó que la persecución era sobre ella y Enrique, militantes de la
JP. Esta es una de las últimas acciones que se están llevando adelante en el
mega juicio. Si bien ayer se preveía contar con la declaración de la jueza
Martha Sofía Poma en su domicilio de San Lorenzo, la actividad fue suspendida
para hoy a las 15. Mientras, se espera la que sería la última audiencia de
testimonios para el próximo 10 de septiembre.
Un fusilamiento
El 25 de septiembre a las 2
tocaron el timbre. Ya afuera, dos personas se encontraban en la esquina de
Güemes y Pedernera haciendo de vigías. Los represores ingresaron a la fuerza
por los techos de la casa y la puerta. Obligaron al matrimonio Cobos, y a Amparo, Cristina, a tirarse al piso. Los
golpearon. La empleada se encerró en su habitación con su hijo. Martín, quien
dormía en la habitación que antes compartía con su hermano Enrique, fue
encontrado por los policías y golpeado brutalmente, al grito “hijo de p…vos sos
Enrique”. Logró escapar, trepó las escaleras del patio interno, salió a la
terraza y saltó. Allí comenzaron las primeras ráfagas de la balacera que
sintieron los vecinos. Oscar Camacho, amigo de Martín, quien vivía al frente de
los Cobos, vio cómo su amigo se dirigió a su puerta, mientras desde dos autos
que estaban estacionados en la casa de los Cobos disparaban. Martín logró
llegar hacia la esquina y dirigirse por Pedernera media cuadra a fin de
ingresar a una conexión que había entre dos viviendas para escapar. Pero se
encontró con la conexión cerrada y fue entonces que uno de los hombres de cara
cubierta lo acribilló enfrente de la puerta de entrada de la casa donde vivía
María Encarnación Martínez con sus hermanas y sus padres. Escucharon el
fusilamiento y el pedido de socorro de Martín.
Luego del hecho, sintieron a Martín siendo arrastrado hasta la vereda
por quien fuera su verdugo, para de allí escapar en los autos que se usaron en el
operativo. “Llamamos a la Policía y dijeron que no toquemos nada, que ya iban a
venir a ver qué había pasado. Hasta el
día de hoy los seguimos esperando”, dijo Martínez.
En medio de todo esta operación,
había una persona con la cara descubierta que “digitaba todo”, contó Cobos.
Camacho, por su parte, dijo que a esa misma persona la vio tiempo después,
durante la democracia, pero no recordaba su nombre. Cobos, por su parte,
reconoció que entre los partícipes estaba Víctor Hugo Bocos, quien está siendo
investigado por las torturas que sufriera también otro de sus hermanos, Victor
Manuel Cobos, en diciembre de 1976. Esto se encuentra siendo investigado en una
causa que involucra al empresario Marcos Levín. El mismo día que falleció
Martín, Enrique fue buscado por sus amigos y familiares que lo escondieron por
una semana hasta salir de Salta y después del paso por otras provincias, del
país. Su hija recién nacida quedó en manos de sus padres, quienes se hicieron
cargo de su crianza hasta que él y su mujer pudieron finalmente volver.