Por Elena Corvalan.
“(Víctor Hugo)
Bocos entraba a la empresa (La Veloz del Norte) como dueño. Decía: ‘Hola
che; che, Marcos’”. De esta manera describió el testigo Jorge Alberto
Alonso la relación entre Marcos Jacobo Levín, el dueño de La Veloz y el
subcomisario señalado como activo represor: “Bocos iba a la empresa y
pasaba a la oficina del dueño, (…) entre ellos eran chanchos amigos”,
sostuvo.
Alonso, ya
fallecido, fue chofer de La Veloz del Norte. En enero de 1977 quedó
entre los empleados acusados por Levín de un fraude a su empresa. Fue
detenido, llevado a la Comisaría Cuarta de esta ciudad y torturado con
picana exigiéndole que confesara el delito que se le atribuía. Es todo
lo que se puede decir de su estancia en la Comisaría porque en 2008,
cuando declaró en la Justicia Federal, cerró toda descripción afirmando
que vivió momentos que “no desea recordar”, según se asentó en el acta
de su testimonio.
Sí dijo que en la
Comisaría vio detenido a su compañero de trabajo Víctor Manuel Cobos, y
que luego de la detención siguió trabajando en La Veloz, con lo cual
entendió que su dueño “tan malo no fue”.
En su testimonio,
leído ayer en la última audiencia de incorporación de pruebas en el
juicio que ante el Tribunal Oral Federal de Salta se le sigue a Levín y a
tres policías retirados por la detención ilegal y los tormentos
sufridos por Cobos en 1977, Alonso también recordó que el jefe de la
Cuarta era el comisario Víctor Hugo Almirón y que el segundo era el
subcomisario amigo de Levín, tanto, que el empresario le había regalado
una cupé Torino.
Esto fue todo lo que dijo de Bocos, porque enseguida aclaró que “no quiere recordarlo ni verlo nunca más”.
Por amigo de Cobos
También por
lectura se corporizó el testimonio del chofer Miguel Ángel Rodríguez
(fallecido), quien en 2011 aseguró que su detención en 1977, las
torturas y el hostigamiento que padeció en su trabajo, se debieron a que
era muy amigo de Cobos y a que simpatizaba con el gremio.
Entre los policías
que lo detuvieron estaban Bocos, Enrique Cardozo (el tercero que está
siendo juzgado en este proceso) y Figueroa. Lo subieron a un automóvil
Ford celeste y le pusieron una capucha. Una vez en la Cuarta lo ataron
de pies y manos con una lonja de cuero, lo arrojaron en una pieza oscura
y prepararon el ambiente para la tortura: una radio encendida a todo
volumen y el ruido de una motocicleta. “Me picanearon en los testículos,
en la boca, en los lagrimales”, detalló.
Durante los 17
días que estuvo secuestrado en la Comisaría vio a Levín, y escuchó que
preguntaba si ya había confesado. El décimo tercer día lo visitó el juez
Jorge Trincavelli y le dijo que “confesara” el fraude. También Cardozo
lo apremiaba: “Firmá y te damos la libertad”. Y contó que cuando por fin
fue liberado y volvió al trabajo, Levín lo perseguía.
En enero de 1977
Levín denunció ante la Policía a 22 empleados de su empresa. Los acusó
de cometer un fraude. Esa denuncia posibilitó a la Policía detener a una
quincena de empleados de La Veloz del Norte que fueron torturados en el
centro clandestino de detención que funcionaba en la Comisaría Cuarta, y
obligados a firmar declaraciones incriminándose.
Este es el primer
caso de un empresario acusado de cometer delitos de lesa humanidad que
llega a juicio en el país. El debate continuará el 22 de este mes, con
los alegatos.
Trabajo de tiempo completo
Entre la prueba
documental, se incorporó un informe que da cuenta de la relación de
dependencia que tenía el subcomisario Víctor Hugo Bocos con la empresa
La Veloz del Norte, para la que cumplía funciones de inspector, según la
propia firma lo reconoció en un informe a la Justicia Federal.
Bocos hacía
convivir este empleo con el de policía de la provincia. Por entonces era
subcomisario y subjefe de la Cuarta, que figura en la lista de centros
clandestinos de detención de la CONADEP. En este juicio se han
incorporado testigos que dan cuenta de que el policía contaba con apoyo
logístico del empresario para realizar su supuesta tarea de inspector en
La Veloz. La empresa colaboraba con vehículos para la Policía, y
también con otras atenciones, como cajas de vino.
Sobre la
participación de Bocos en actos de terrorismo estatal, además de los
testigos incorporados en este proceso, ha sido señalado por Cristina
Cobos (hermana de Víctor) como uno de los que comandaba al grupo de
tareas que el 25 de septiembre de 1976 entró a su casa y mató a su
hermano menor, Martín Cobos, que entonces tenía 18 años.
En
noviembre de 2012 Cristina declaró en el juicio conocido como Megacausa
Salta y recordó que volvió a ver a Bocos en democracia, en el Grand
Bourg, donde se comentaba que era “apretador” al servicio del entonces
gobernador, Juan Carlos Romero. Y dijo que ordenanzas de la Casa de
Gobierno le contaron que solían compartir asados con el subcomisario y
que cuando se emborrachaba “se jactaba de que hacía durante la
dictadura. Y que también lloraba y una vez nombró al chiquito Cobos”
entre sus víctimas.
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