martes, 18 de diciembre de 2012

Confirman que YPF aportó vehículos y choferes a la represión


Un ex empleado de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) aseguró ayer que en 1976 esta empresa prestó vehículos y choferes al Regimiento de Monte 28, con asiento en Tartagal, para que colaboraran en los operativos de represión que se realizaban en todo el norte provincial. El otorgamiento de vehículos por parte de la petrolera al Ejército ha sido reconocido por quien era jefe del Regimiento, Héctor Ríos Ereñú, uno de los acusados por actos de terrorismo de Estado que está siendo juzgado ahora.
“En el año 76 el Regimiento, que estaba a cargo de Ríos Ereñú, pidió vehículos a YPF”, recordó Jesús Domínguez en el megajuicio que ayer debió cambiar de sede y terminó realizándose en la sala del Tribunal Oral en lo Federal Criminal de Salta, por problemas de conectividad, necesaria porque algunos imputados siguen el debate por videoconferencia.
El testigo dijo que se asignaron 9 vehículos y que él fue el chofer de un camión acondicionado para transportar personas, en el que llevaba patrullas del Ejército y se usaba también “para acarrear presos políticos”. “El 23 de marzo de 1976 ya pasamos a prestar servicio en el Regimiento, entonces nos autoacuartelan y el día 24 fue el golpe militar”, memoró. Contó que entraban temprano a la dependencia militar y se quedaban “hasta altas horas de la noche”, aunque también era posible que fueran convocados en cualquier momento, para llevar a participantes de operativos represivos. “Alguien” llevaba un registro de las horas y luego YPF les pagaba los sueldos con las horas extras correspondientes.
Domínguez aseguró que fue obligado a realizar esta tarea, que mientras fue chofer (entre marzo y diciembre de 1976) presenció actos de violencia y golpes a detenidos. Y que él mismo terminó detenido cuando se supo que militaba en la JP, y luego fue despedido de YPF por indicación de Ríos Ereñú. Recordó que durante su estancia en el Regimiento vio a detenidos alojados en un pabellón, y que cree que allí se torturaba, porque escuchó gritos que provenían de la sala de armas.
Y una noche, a “altas hora”, vio en el Regimiento al dirigente de la JP Jorge René Santillán. Lo llevaban en el asiento de atrás de un vehículo, rodeado por otros hombres. El testigo dijo que conocía a Santillán porque militaban en la JP y trabajaban en la misma empresa (Santillán fue despedido de YPF en julio de ese año), y que pudo verlo bien porque logró sacarse la capucha, incluso le pareció que quiso hablarle, pero no le permitieron. Tampoco dejaron que Domínguez se acercara al vehículo, que estuvo unos “diez minutos” y volvió a salir.
Santillán fue secuestrado de su casa en General Mosconi la madrugada (o tal vez la noche anterior) del 10 de agosto de 1976, por un grupo de hombres entre los cuales uno fue identificado como miembro del Regimiento 28. Su cuerpo apareció en el paraje Acambuco, sometido a una explosión.
El otro testigo que declaró ayer, en la última audiencia de este año en el megajuicio (que seguirá en febrero de 2013), fue el ex policía Zenaido Juárez, que en 1976 prestaba servicios en Tartagal. Dijo que una noche, entre a las 23 o 23,30, le ordenaron ir a un operativo con otros tres hombres cuyos nombres aseguró no recordar, “en esa época andaban todos de civil” y “cuando menos preguntaba, mucho mejor para nosotros”, justificó. Dijo que le indicaron que llevara linterna y ametralladora, que fueron a Acambuco, “donde estaba el cuerpo”, y le ordenaron: “Usted se va a quedar acá”, que tirara a quien intentara acercarse, y lo previnieron: “No se vaya a arrimar al cuerpo porque puede haber esquirlas y va a volar usted también”.
Juárez contó que ni bien amaneció pudo ver la escena del crimen. Y que la comisión con el médico policial y demás funcionarios vino cerca del mediodía, a levantar el cuerpo.
El testimonio de Juárez contradice el acta policial que firma el oficial Agustín Burgos, en la que se consigna que el cuerpo fue hallado a las 10,30 del 10 de agosto, y que el agente fue al lugar del hecho con la comisión que partió de Tartagal a las 10,45. Informado de esta contradicción, Juárez se mantuvo en sus dichos: “Nosotros fuimos de noche”, reiteró. Dijo que eran 4 personas, que no fue el médico y que “parecía que (sus acompañantes) sabían dónde estaba el cuerpo”, por “la manera en que fueron: fueron exactamente al lugar donde estaba el cuerpo”.
 
 

Careo frustrado

 
El defensor oficial Martín Bomba Royo, que asiste a Héctor Ríos Ereñú, acusó de dar un testimonio falso a Jesús Domínguez. Recordó que el testigo ya está imputado por este delito porque incurrió en contradicciones en la instrucción y pidió un careo con su defendido.
El fiscal Ricardo Toranzos se opuso a este pedido. Sostuvo que no hay contradicciones entre las afirmaciones de Ríos Ereñú y las del testigo. El querellante David Leiva adhirió a los argumentos del fiscal y añadió otros: dijo que está claro que Domínguez fue una víctima del terrorismo estatal y que el careo sería una revictimización porque lo pondría en la obligación de enfrentarse con “el jefe del accionar represivo en el norte de Salta”. El Tribunal rechazó el careo.
Ríos Ereñú viene declarando cada vez que se tratan crímenes en los que está imputado. Ayer también había dicho que iba a declarar pero tras una consulta con su defensor, optó por no hablar. 

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