martes, 24 de julio de 2012

Represores del NOA, en el homicidio de Rizo Patrón


Integrantes de las fuerzas represivas de Salta, Santiago del Estero y Tucumán participaron del secuestro, torturas y homicidio del docente y ex diputado provincial Luis Rizo Patrón, hechos cometidos a mediados de 1976.
La información fue aportada ayer por una de las hijas de la víctima, Gabriela Rizo Patrón, el único familiar directo que estuvo en condiciones de dar su testimonio en el juicio por crímenes de lesa humanidad que se lleva a cabo en Salta. En la misma jornada el médico Gabriel Carabajal confirmó las irregularidades que siguieron al hallazgo del cuerpo de Rizo Patrón, el 13 de julio de 1976. Ni siquiera pudo explicar por qué no se le sacaron las balas del cuerpo para continuar con la investigación.
Rizo Patrón provenía de una familia santiagueña, se había establecido con su familia en Metán, donde él y su esposa, María Sofía Miguel, ejercían la docencia. Militaba en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). Además de compartir la ideología, era amigo de la infancia de Roberto Santucho. En 1973, luego de sufrir la cárcel, en un cambio vertiginoso (“en una época éramos los hijos de los profes, en una época éramos los hijos del preso, los hijos del candidato, del legislador”) fue electo fue diputado provincial y desde ese lugar impulsó proyectos que le generaron odios, como una ley para la expropiación de latifundios.
Su hija, que hilvanó un relato emocional, en el que, una vez más, se evidenció el terror implantado por los gestores de la última dictadura cívico-militar, recordó que a mediados de 1974 comenzaron a recibir amenazas: “Vivíamos con mucho miedo”. La situación empeoró con la caída del gobierno de Miguel Ragone, en noviembre de 1974. Entonces les retiraron los guardias de la casa, su padre tuvo que esconderse y la familia abandonó Metán de noche y se instaló en la casa materna en Santiago del Estero. “Mi mamá nos dijo que no podíamos escribirles a nuestros amigos porque perjudicábamos a las personas. Así que fue un corte abrupto con Metán”.
En 1975 Rizo Patrón fue a Santiago. Primero se escondió en la casa de una tía, luego en la de su madre, y por fin pasó al altillo de la casa de su suegra, cerca de la familia. En 1976, luego del golpe, acuciado por problemas económicos, aceptó atender los asuntos contables de comercios de Presidencia Roque Sáenz Peña, en el Chaco. Esta circunstancia animó a su hijo mayor, que entonces tenía 15 años, a visitarlo en Sáenz Peña y luego ir Pampa de los Guanacos a cazar en un campo de unos tíos.
Pero el mismo día que llegó al campo, dos policías lo cargaron en una camioneta y lo trasladaron a Sáenz Peña, donde fueron al hotel en el que se hospedaba Rizo Patrón y le exigieron que se entregara a cambio de la libertad de su hijo. En la misma camioneta fueron traídos ambos hasta Pampa de los Guanacos, en medio del monte, el adolescente fue abandonado. Le quedaron grabadas las palabras de despedida de su padre: “Cuidalas a tu mamá y a tus hermanas”. Como pudo, regresó a la casa de los tíos.
De la suerte del padre se enteraron cuando una amiga de Metán les contó que su cuerpo había sido dejado al pie del monumento a San Martín, en la plaza principal de Metán.
Posteriormente Daniel Rizo Patrón, hermano de Luis y que junto a su esposa fue detenido el 17 de junio de 1976 y puesto a disposición del PEN, contó que lo vio en dependencias de la SIDE (Servicio de Inteligencia del Estado) en Santiago del Estero. Daniel supo además, por relatos de otros detenidos, que Rizo Patrón fue visto también en el centro clandestino de detención conocido como La Escuelita, en Tucumán, donde “era uno de los más torturados”. Daniel Rizzo Patrón declarará en este proceso como testigo.  
En cambio, ni los otros hijos ni la esposa de Rizo Patrón están en condiciones de declarar. Gabriela destacó las dificultades que aún soporta su hermano para sobrellevar esta situación, y las dificultades en el seno de la familia. “Recién ahora lo hemos empezado a hablar, y lo hicimos a raíz de que él publicó un libro: ‘Sin odios, sin culpas y sin miedo’. Pero es muy difícil estar acá. Fue difícil dejar a mi mamá en el estado en que está. Mi hermano no puede declarar. Mi hermana tampoco, porque tiene ataques de pánico. (Es que) el miedo sigue estando”. “Nos metieron el miedo adentro”, ratificó rato después antes de explicar que se animó a declarar porque considera importante que se sepa quién fue su padre, cuáles fueron sus convicciones. “Era una persona que desde la docencia trató de transmitir el respeto al otro”.
También recordó que tras la muerte de su padre, quemaron todos sus papeles, incluido el borrador de su libro. “Esa es una de las escenas más tristes que tengo en mi vida. Verla a mi mamá con los libros de mi papá, con el libro que estaba escribiendo”. 
Cuidarse hasta de  los que cuidaban
“Mamá nos decía siempre que nos cuidáramos de todos, aún de las personas que nos estaban cuidando”. La frase fue repetida en el testimonio de Gabriela Rizo Patrón. La segunda vez la dijo para dar cuenta de lo acertada que estaba su madre: ni bien llegó a Salta vio en los diarios el nombre de uno de los señalados como represores en Metán: Eduardo del Carmen del Valle.
Reconoció el apellido enseguida: “Él formaba parte del grupo de policías que nos cuidaba”, aseguró.  Fuente: Elena Corvalán 

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