lunes, 11 de marzo de 2013

Recordando a Miguel Ragone


Emprendió acciones para entregar la tierra a campesinos e indígenas. Planteó crear una industria provincial; impulsó un seguro de salud universal. Echó a los policías represores. Se ganó el odio de la derecha, que persiguió a todo su gabinete.
 
ELENA CORVALÁN
Son casi las 8 de la mañana del 11 de marzo de 1976 y en la calle Apolinario Saravia no quedan más que una mancha de sangre y un zapato, los restos del ataque a Miguel Ragone. La curiosidad ha comenzado a vencer el miedo y ya hay un pequeño remolino de gente cuya mirada va del zapato mocasín marrón al cuerpo de Santiago Arredes, ya en la esquina con el pasaje Saravia.
Una mancha de sangre y un zapato, un automóvil ensangrentando y otro zapato, otro automóvil con sangre arrojado a un precipicio. Instantáneas del secuestro. No son lo único que queda del ex gobernador, como lo verán sus asesinos años después. Ahora mismo.
Los años demuestran que es imposible matar las ideas. Y Ragone prevalece sobre sus asesinos.
Ragone es el único gobernador constitucional secuestrado y desaparecido por la represión estatal y paraestatal iniciada en la década del 70. También es el primer gobernador salteño que pensó en entregar títulos de tierras a las comunidades aborígenes, y que inició un trabajo con los campesinos.
Los testimonios de la época muestran que el sino de la gestión de Ragone, de poco más de año y medio, fue la dificultad para conformar a la derecha y a la izquierda peronista. Durante su breve gobierno (asumió el 11 de marzo de 1973 y fue intervenido en noviembre de 1974) encargó un diagnóstico de los pueblos originarios, luego visitó algunas comunidades –con lo que se constituyó en el primer gobernador en llegar hasta esos lugares- e intentó poner en práctica acciones para sacarlos de la extrema pobreza.
Ragone tenía dentro de su plataforma política propuestas bastante radicales sobre los pueblos originarios y las tierras, pero cuando llega al gobierno no lo cumple. Tal vez lo podría haber hecho si hubiera tenido más tiempo. Él planteaba que se esperara. Él manifestaba la presión” que recibía de algunos sectores, recordó un testigo de la época, Armando Jaime, integrante del Frente Revolucionario Peronista (FRP), que decidió no integrar su gabinete.
Ragone llegó a la gobernación acompañando la fórmula presidencial de Héctor José Campora. En su plataforma electoral había ratificado su adhesión a las “Pautas programáticas para la reconstrucción nacional”, dadas por Cámpora en enero de 1973, un plan de gobierno popular que, entre otras acciones, postulaba que los medios de producción debían estar “en manos de la clase trabajadora”. El 25 de mayo de 1973, en la asamblea legislativa de asunción, rescató el pronunciamiento del peronismo “por la liberación rechazando la dependencia”. Para él, todos comprendían “de qué y de quienes debemos liberarnos”. E iba más lejos: “Si nuestro pensamiento se asocia de inmediato a los grandes imperialismos, es necesario comprender que también regionalmente debemos liberarnos e independizarnos, sabiendo que en Salta hay hombres que trabajan y hombres que viven del trabajo de los demás”.
Aunque al final resultara escaso lo que pudo hacer, queda claro que la orientación del gobierno de Ragone disgustó a algunos sectores de la provincia y el país, sobre todo al ala derecha del peronismo. Su propio compañero de fórmula, el vicegobernador Olivio Ríos, proveniente del ala derecha, representaba a esos descontentos por la cercanía del gobernador con sectores del peronismo revolucionario.
Entre sus acciones de gobierno Ragone otorgaba importancia al área de Trabajo, para “defender los intereses de los obreros”; en bienestar social, había prometido “no descansar” hasta que los desposeídos tuvieran “atención médica completa y medicamentos gratuitos” en la convicción de que “tanto ricos como pobres son igualmente sensibles a la enfermedad y deben poseer idénticas posibilidades de curarse”. En economía, criticaba “la deformación colonialista impuesta por los centros mundiales de poder” y aspiraba (y tomó medidas en tal sentido) a que la producción agropecuaria y minera saliera con valor agregado.
Un hombre de su confianza, y que fue su ministro de Economía, y luego biógrafo, Jesús Pérez, recuerda que Ragone pretendía llevar a cabo una reforma agraria, pero se topó con el rechazo de los grandes empresarios reunidos en la Confederación General Económica (CGE), y de los terratenientes.
Está claro que esta y otras acciones del gobernador, que tendían a beneficiar a los sectores más desprotegidos, le granjearon fuertes enemigos.
Las acciones de Ragone fueron interrumpidas por la intervención, el 23 de noviembre de 1974, a cargo de José Alejandro Mosquera.
A juzgar por la suerte corrida por el propio Ragone y gran parte de quienes ocuparon cargos públicos durante su gobierno, el odio de la derecha, y de los represores, los alcanzó hasta quitarles la vida u obligarlos a abandonar el país.
 
 
Definiciones
 
“Justicia y libertad que no será transar con los que se aferran al pasado.”
 
“Estuvimos, estamos y estaremos contra las fuerzas oligárquicas e imperialistas, que pretenden en todas las formas mantener el poder económico y político del país y de la provincia.”
 
“Hay que terminar con el anquilosamiento de quienes en nombre de una falsa tradición que la agitan con sentido político, han venido frustrando el desarrollo de Salta. Queremos una tradición cuya vivencia pertenece a todos los salteños y nunca es parcialidad hereditaria de unos pocos.”
 
“(…) Nuestro pueblo es así, sufrido, maduro, porque ha sido castigado por una oligarquía rencorosa  y sórdida que frena el progreso de la provincia  y niega al pueblo los frutos de su propio esfuerzo y trabajo.”
 
“No hay obra que no pueda hacerse si está de por medio este pueblo formidable que es capaz de mover montañas.”
 
“Como soldado del general Perón, declaro con todo énfasis que continúo y continuaré con humildad y modestia procurando interpretarlo, sabiendo que su Norte y su guía son la felicidad de nuestros hermanos y la de todos los hermanos latinoamericanos.”
 
“No puede haber auténtica libertad si persisten las pronunciadas desigualdades económicas y sociales.”
 
“El bienestar y la felicidad no pueden ni deben ser principios de un sector en particular, en detrimento y oposición al interés social y colectivo.”

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