lunes, 29 de octubre de 2012

Jornada de la Megacausa, se aportan más datos sobre un centro clandestino de detención


Testigo contó que fue torturado en una instalación militar cerca de Salta

El testigo Enrique Cobos contó ayer que estuvo detenido entre 15 y 20 días en  un centro clandestino de detención (CCD) ubicado a unos 30 minutos de la ciudad de Salta. El 24 de marzo de 1976 fue sacado de la casa de sus padres, con los ojos vendados, y llevado hasta estas instalaciones, donde fue obligado a permanecer tirado en el piso de cemento, boca abajo, con las piernas y brazos abiertos, y siendo interrogado y golpeado constantemente. Compartía este cautiverio con otros secuestrados.
Este fue el hecho más conmovedor de la jornada de la víspera en la que hubo fuertes cruces entre los querellantes y los defensores, en los que también intervino el fiscal Ricardo Toranzos. Cuatro testigos declararon en el megajuicio por delitos de lesa humanidad que se desarrolla en Salta contra ex militares, ex policías, y un civil.
Integrante de una familia marcada por el terrorismo de Estado, con un hermano asesinado y un cuñado desaparecido, el testimonio de Cobos fue el más extenso. Dijo que la persecución en contra de su familia se inició entre febrero y marzo de 1975, cuando se hizo el primer allanamiento a su casa y fue detenido por averiguación de antecedentes y llevado a la Central de Policía, donde vio a más de 50 personas, entre ellos a Francisco Corbalán y a su cuñado Víctor Brizzi, ambos desaparecidos.
El 24 de marzo de 1976 Cobos fue detenido desde la casa de sus padres por un grupo cuyo jefe se presentó como capitán del Ejército. Fue subido a una camioneta y llevado fuera de la ciudad. El testigo describió el recorrido, “pasando un tiempo uno aprende a mirar con los oídos”, explicó. Recordó que lo llevaron a un lugar, presumiblemente un galpón, donde había muchas personas; que lo obligaron a quedar boca abajo sobre el piso de cemento. Todo ese tiempo permaneció tabicado y constantemente le pegaban. Dijo que tuvo la impresión de que el resto de detenidos eran hombres, que se quejaban todo el tiempo, sonido que escuchaba mezclado con el tipeo en una máquina de escribir.
De allí solo salía para ir a hacer sus necesidades fisiológicas, en el monte, en un lugar desde el que se escuchaba el murmullo de un arroyo.  
Cobos recordó que en este cautiverio había días más tranquilos y otros de más movimientos, y “pasaba gente” y lo interrogaba. Un días lo llevaron ante la máquina de escribir y lo golpearon mientras lo insultaban: “Zurdo hijo de puta, todos los de la JP son unos hijos de puta”, mientras le hacían las mismas preguntas desde su primera detención, “si era católico, si iba a misa los domingos, ‘según lo que contestés te vamos a llevar a pasear’, decían”.
"Por la noche –recordó Cobos- nos daban una manzana, así durante casi tres semanas, hasta que nos llevaron hasta la cárcel de Villa Las Rosas”.
El 30 de abril, cuando lo sacaban para llevarlo a la Central de Policía, vió a Corbalán.  

Tango muy jodido

“Antes de abandonar el penal, me llevaron hasta  donde se encontraba el teniente coronel (Joaquín) Cornejo Alemán, quien era el segundo jefe de la Guarnición Ejército Salta", añadió Cobos.
 "Jovencito, usted se va en libertad, pero sepa que viene bailando un tango muy jodido, espero que cambie el tango, pero si vuelve no saldrá nunca más", le dijo el entonces segundo jefe del Ejército en Salta, ahora incluido entre los incriminados por los delitos de lesa humanidad.
El relato de Cobos sobre el centro de detención en las afueras de esta ciudad es coincidente con el de Juana López, quien a principios de este debate contó ante el Tribunal Oral en lo Federal de Salta que fue secuestrada en junio de 1976 en Metán, traída hasta las afueras de la ciudad de Salta y depositada en un campamento militar en medio del monte, donde permaneció tabicada y maniatada y fue violada reiteradamente. Ella también dijo haber escuchado los ruidos y gritos producidos por la tortura, y que mencionó la cercanía de un arroyo.
Cobos terminó saliendo del país el 24 de septiembre de 1976, día en que un grupo de tareas mató a su hermano menor, Martín Cobos. Enrique estuvo exiliado 4 años en Bolivia y luego estuvo en Francia, hasta que regresó con la democracia.
 Apurados
El abogado Martín Adolfo Diez, defensor del militar retirado, Joaquín Cornejo Alemán, generó cruces ayer con sus intenciones de acortar testimonios.  
"Me extrañan tantas preguntas incoherentes, que se oponga a esto o aquello”, se quejó el abogado, molesto porque no le habían permitido interrogar en primer lugar a un testigo. “Esto no es así, me voy a retirar y renuncio a las otras defensas. No estoy en condiciones con esta manera de llevar las cosas”, amagó. Pero no llegó a abandonar el recinto. Volvió sobre sus pasos cuando una de las querellas solicitó una sanción por su comportamiento.
"Nosotros tuvimos que esperar 37 años para llegar a esto, y los señores ahora están apurados", dijo el querellante David Leiva, refiriéndose a Diez, aunque sin nombrarlo, ante las repetidas arremetidas del abogado para abandonar la sala y renunciar a la defensa.
Mis hermanos sí
Otro fuerte cruce se dio entre el coronel Sergio Bassani Alderete y el querellante Mario Fernando Bosch, designado por la familia de Silvia Benjamina Aramayo.
El militar, molesto, le preguntó "si había hecho el servicio militar". "Yo no, pero mis hermanos sí", respondió el abogado con ironía.

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